En la tercera noche, Buda subió a la esfera de los dioses, por un grandioso esfuerzo. El paisaje era sublimemente grandioso, y ante él se le aparecieron las fuerzas cósmicas y los dioses; distinguió remolinos de luz y tinieblas, surgiendo de los mismos corrientes lumínicas que se diversificaban por todo el universo.
-Si,-pensó al respirar profundamente.-¡ahora ya no tratare de huir de Siddartha! Ya no quiero dedicar mis reflexiones y mi vida al ATMAN y a las penas del mundo. Ya no deseo matarme ni despedazarme para hallar un misterio detrás de las ruinas. Ya no estudiare el yaga-veda, ni el atharva-veda, ni los ascetas, ni cualquier otra doctrina. Quiero aprender de mí mismo, deseo ser mi discípulo, conocerme, interiorizarme en el misterio de Siddartha. En todo tiempo experimenta el ser humano horror y espanto ante la ancianidad.
Aunque se agoste mi piel, aunque se corrompan mis manos, aunque mis ojos se desvanezcan, no me moveré de aquí hasta haber alcanzado la cima de la sabiduría.-
Según las escrituras, Mara se alarmó ante la posibilidad de que Siddartha triunfara y dijo al aspirante a Buda:
-Estás al borde de la muerte, flaco y con el semblante ceniciento. Tus oportunidades de sobrevivir son una entre mil. Debes vivir, pues solo con vida podrás realizar buenas acciones. Sin embargo, todo este esfuerzo que estas haciendo es inútil y estéril, pues el camino hacia el Dharma verdadero es arduo, penoso e inaccesible.-
De esta forma, la primera estrategia de Mara fue tratar de desalentar a Siddartha; viendo su fracaso, opto por tentarlo. El episodio permite vislumbrar la naturaleza de lo que llamamos Mara o función del mal. Comúnmente, uno suele pensar que el Demonio es un ser enigmático y sobrenatural, o quizás una figura mítica. Pero en el budismo, el concepto de Mara es muy distinto. Mara es parte de la vida que impregna todo el universo; al mismo tiempo, existe en el corazón y en la mente de cada ser humano. Su verdadera naturaleza, como revela el epíteto "El que sustrae la vitalidad", es obrar de manera incesante para privar a los seres humanos de fuerza vital, en forma rotunda y definitiva. En términos concretos, como vimos en el pasaje anterior de las escrituras, Mara es la fuerza negativa que surge en el interior de una persona para provocar resistencias y obstruir el despertar, cuando esta avanza hacia la meta de la iluminación y de la verdad, y se esfuerza sin límites en pos de ese objetivo.
“Si este ser humano logra liberar a sus congéneres de la esclavitud de los placeres, ¿no acabará por ser una especie de general sin ejercito?”
Pero cuando estas fuerzas destructivas simbolizadas en Mara y su cohorte aparecieron ante Siddartha, este las enfrentó valerosamente sin retroceder un solo paso. Según la escritura mencionada, Siddartha habló a Mara con las siguientes palabras:
-Gran Mal, amigo de la inactividad, has venido acá. Por tus propios intereses. No tengo la menor necesidad de acumular méritos, así que, Mara, deberías predicar a los que necesitan de virtud. Yo tengo fe, heroísmo y sabiduría. ¿Por que me pides que viva, a mí, que tengo un claro propósito por el cual vivir? Mientras la carne se aplaca, mi mente se aquieta y se afirma. He arribado a la ultima sensación; porque vivo de este modo, mi mente no ansía el placer. ¡Contempla la pureza de mi vida! El apetito sensual es tu primer ejército; el segundo es la aversión; el tercero, el hambre y la sed; el cuarto, el ansia. Tu quinto ejercito es la inercia y la pereza; y el sexto, la cobardía. El séptimo ejército es la duda; el octavo, la hipocresía y la estupidez. Y, luego, la riqueza, la fama, el honor y la gloria falsamente cosechados, mas las loas a la propia persona y el desprecio a los demás. He aquí tus ejércitos, Gran Mal. El cobarde no puede vencerlos, pero quien los aplasta logra la felicidad. Vestido de hierba Munja, luchare. Mejor es para mi morir combatiendo que vivir derrotado. Hubo ascetas y brahmanes que libraron esta contienda y acabaron vencidos. No conocen el camino por el cual marchan la virtud y el bien. Pero aun rodeado de demonios por todos los flancos, yo iré al encuentro de Mara con elefantes de guerra. ¡No tomaras mi territorio!-
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