martes, julio 17, 2007

47-El arbol Bodhi.

Cruzó el río y, por fin, encontró una enorme higuera pipal. Se sentó a la sombra del follaje, cruzo las piernas y adopto la posición del loto.
Prometió: “Permaneceré en esta posición hasta que haya logrado la verdadera iluminación, aunque el calor marchite mi cuerpo mientras lo intento.” Y cerró suavemente los ojos, devorando lentamente el recuerdo del mundo exterior e interiorizándolo, penetrando en la última etapa de su viaje de búsqueda.
De tanto en tanto, el viento susurraba entre las ramas, pero Siddharta, perdido en una honda contemplación, no se movió.
Continuo su meditación bajó el árbol elegido. Según las escrituras budistas, en ese momento, los demonios comenzaron a tentarlo. El relato de los medios que usaron para incitarlo difiere según el texto, pero es interesante señalar que algunos incluyen abordajes sutiles y emotivos.
Por ejemplo, en una oportunidad, el demonio trató de hacerlo vacilar susurrándole con suavidad:
-Mira que demacrado estas, que pálido está tu rostro. Seguramente estas al borde de la muerte. Si continúas sentado aquí, de esta manera, será un milagro que sobrevivas.-
Después de señalarle el peligro en el que estaba y de instarlo con énfasis a vivir, trato de persuadirlo de que si seguía las enseñanzas del Brahmanismo, acumularía gran beneficio sin tener que experimentar tantas penurias. Declaro que los esfuerzos de Siddharta por lograr la iluminación no tenían sentido.
El episodio presentado como tentación de los demonios simboliza la intensa contienda que tuvo lugar dentro de él.
Lo asalto la duda, que quebranto su paz interior y arrojo su mente a la confusión. El cuerpo extremadamente débil y las reservas físicas agotadas fueron un campo fértil. También el espectro de la muerte se presento para acosarlo. El tormento mental era enorme; sabía que no había obtenido nada de las intensas austeridades que había emprendido. Este esfuerzo ¿seria también inútil? Estaba plagado de deseos mundanos, atormentado por el hambre y la necesidad de dormir, hostigado por el temor y la duda.
Los demonios son las funciones de los deseos mundanos y de las ilusiones; intentan perturbar la mente de quienes buscan el camino a la verdadera iluminación. Algunas veces, se manifiestan como apego a los deseos terrenales, hambre o sueño. Otras, torturan la mente asumiendo la forma de ansiedad, miedo o incertidumbre.
Las personas que son desviadas por tales demonios, siempre justifican su fracaso de alguna manera. Se convencen de que el motivo que esgrimen es perfectamente razonable y natural.
Por ejemplo, como en la época de Siddharta todavía nadie había logrado la iluminación, podría haber concebido la idea de que la meditación bajo el árbol pipal tal vez no era útil.
Con frecuencia, las funciones demoníacas hacen que la gente se aferre a alguna lógica que justifique su debilidad y sus necesidades emocionales.
Sin embargo, Siddharta vio a esas funciones demoníacas tal cual son, extrajo una poderosa fuerza vital y arraso con los pensamientos destructivos que lo invadían. En su corazón clamo: “Demonios! Ustedes pueden derrotar a un cobarde, pero el valiente triunfara. Luchare. ¡En vez de vivir en la derrota, moriré peleando!”
Ese pensamiento hizo que su mente regresara al estado de tranquilidad.
Lo envolvió el sereno manto de la noche, cuajado de estrellas que titilaban con un brillo puro y cristalino.
Luego de superar la violenta embestida de las fuerzas diabólicas, la mente de Siddharta quedo fresca y vigorosa; su espíritu estaba tan claro, como un despejado cielo azul.
Afirmo un estado interior inamovible y centro su atención en el pasado. Intento una visión retrospectiva y, de inmediato, comenzaron a aparecer las imágenes de su vida anterior. A medida que avanzaba en su búsqueda interna, recuerdos de incontables existencias pasadas se presentaron vividamente, uno tras otro. Y fue mas allá; recordó las innumerables formaciones y destrucciones del universo.
Se dio cuenta de que el presente, este momento en que se encontraba sentado meditando bajo el árbol pipal , era parte de un ciclo interminable de nacimiento, muerte y renacimiento, desde el tiempo sin comienzo. Despertó así a la naturaleza eterna de la vida, que abarca el pasado, el presente y el futuro.
Entonces, se disiparon todos los temores y las dudas que había existido en las profundidades de su ser, como un pesado lastre, desde el nacimiento. Finalmente, había llegado a las hondas e inconmovibles raíces de su propia existencia. Sintió que la oscuridad ilusoria que lo había envuelto se disipaba a medida que la brillante luz de la sabiduría lo iluminaba. Había abierto dentro de si un estado de vida tan amplio como la imponente vista que se obtiene desde un mirador libre de obstáculos, emplazado en la cima de una elevada montaña.
Con esa aguda percepción, Siddartha fijo su interés en el karma de todos los seres vivos. Por su mente desfilaron las imágenes de toda clase de individuos que pasaban por ciclos interminables de nacimiento y muerte.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

despues de un mastectomia senti algo similar una libertad total a todo lo mundano lo material lo emocional y solo senti amor tranquilidad y una paz interior que da la felicidad total .

Ichinén dijo...

Bueno, afortunado de vos, debo decir.