El pecador no
está en camino hacia el Buda, no está evolucionando, aunque no nos lo podamos
imaginar de otra forma. No; en el pecador, ahora y hoy, ya está presente el
Buda, su futuro ya vive en él. El Buda en potencia que se alberga en el
interior de cada persona, en ti, en mi, debe ser reconocido y respetado.
Sin embargo, en
ocasiones Siddartha necesitó adoptar un enfoque distinto y trazar ciertas
diferencias doctrinarias esenciales entre su ley y la filosofía de los
Upanishads. El gran filósofo budista Nagarjuna identifico cuatro grandes
métodos de exposición en las enseñanzas de Siddartha. El primero fue predicar
de acuerdo con los deseos y necesidades de las personas que lo escuchaban; el
segundo, enseñar de acuerdo con la capacidad intelectual de sus interlocutores;
el tercero, explicar la enseñanza refutando y corrigiendo los vicios y errores
de sus seguidores; el ultimo, predicar la verdad suprema solo cuando los
discípulos habían llegado a un alto nivel de desarrollo y estaban preparados
para comprenderla.
-Fijate en él-
Estupefacto,
Ananda dio un codazo a Chandaka con tal fuerza que casi lo derribó al suelo.
Habían acudido a Benares, desde Sakya, para ver a su amado Siddartha, que se
había convertido en Buda, el iluminado. Así lo llamaban todos.
Estaban rodeados
de un numeroso grupo de gentes venidas de todas partes, hombres, mujeres y
niños: aristócratas luciendo unos turbantes adornados con rubíes, artesanos de
manos ásperas, guerreros cubiertos con armaduras, las castas inferiores, los
carniceros, los verdugos, cuyos cabellos largos y sueltos los hacían fácilmente
inidentificables. Todos estaban sentados en el suelo, esperando contemplar y
oír a Buda.
Los pájaros
cantaban en los árboles. El parque donde se habían congregado era un lugar
agradable, tapizado de hierba y sombreado con abundantes mangos. Las mariposas
revoloteaban entre las flores naranjas. En la superficie del estanque flotaban
unos fragantes nenúfares, mientras unos cisnes blancos se deslizaban
airosamente sobre las aguas. El intenso y dulce olor de la primavera impregnaba
la atmósfera.
Una pareja de
ciervos inmóviles, temblorosos, dispuestos a emprender la huida a la primera
señal de alarma, observaba con curiosidad un pequeño promontorio sobre el que
se hallaba un hombre que irradiaba una extraña luz. Llevaba el cabello recogido
en la nuca y sus ojos expresaban una gran sabiduría. Todos los presentes tenían
la mirada fija en el Ananda reconoció la vieja túnica roja que llevaba
Siddartha la ultima vez que lo había visto, la cual se había desteñido y
presentaba un color anaranjado… Era Buda.
-Que aspecto tan
extraño tiene vestido con ese viejo Dhoti, sin las espléndidas joyas de las que
tan orgulloso se sentía… y con esa luz que lo rodea. Parece mágico.-murmuró
Ananda.
Ese hombre ya no
era Siddartha, sino una extraordinaria presencia.
-Está muy
cambiado.-observó Chandaka.
Ananda sonrió al
recordar sus pensamientos cuando era joven: Siddartha, la crisálida. Desde
luego, se había convertido en la primera y más hermosa mariposa.
Todos guardaron
silencio cuando Buda juntó las manos, formando una pequeña rueda con los
pulgares y los índices.
-Todo se
abrasa.-dijo. Su suave y al mismo tiempo poderosa voz impresionó a todos los
presentes.-Los ojos se abrasan debido a lo que ven Los oídos se abrasan debido
a lo que oyen. La piel se abrasa debido a lo que toca. Todos los sentidos y la
mente arden de lujuria, odio, tristeza, debido al nacimiento, al sufrimiento y
a la muerte. Todos sufrimos. Pero es posible poner fin al sufrimiento. Podemos
triunfar sobre nuestros vínculos y nuestras pasiones, que nos hacen aferrar a
una ilusión. Podemos vivir sin ataduras, en unas regiones mas elevadas que los
dioses. Las cuatro nobles verdades conducen a la salvación; el nacimiento, la
decadencia, la enfermedad y la muerte representan sufrimiento, nuestra misma
existencia es sufrimiento.
Ananda trato de
recordar cuanto veía y oía. El viejo monarca, Suddhodana, le exigiría una
detallada descripción de lo sucedido. Deseaba acompañarlos, pero estaba muy
viejo para emprender un viaje tan largo. Entretanto, el y Asvapati se harían
compañía y seguirían discutiendo, como de costumbre, hasta que consiguieran
alcanzar el Nirvana. Ananda pensó en la sorprendente mezcla de gentes que
habían acudido, de todas las castas, razas, edades y orígenes. Por supuesto, a
Siddartha nunca le había importado la procedencia social de la gente. Si
Asvapati, el brahmán, hubiera estado presente, se habría escandalizado.
-Es
extraordinario!-exclamó Chandaka.-Todos ellos con la vista dirigida hacia un
hombre que era amigo nuestro, el hijo de Suddhodana, para que los guíe.
-La verdad del
origen del sufrimiento es el afán con que los seres humanos se aferran a la
existencia del ser, el nacimiento y la reencarnación.-prosiguió Buda.-A los
deseo de “yo soy”, “yo necesito”,”yo quiero”. El afán de preservar lo que no
puede durar, la vida, la juventud, haciendo caso omiso de lo más importante. La
verdad sobre como suprimir el dolor es rechazar este afán eliminando por
completo el deseo.
Ananda estaba
triste. Sakya, su familia y sus amigos habían desaparecido. Poco a poco empezó
a encontrar consuelo en las palabras del único amigo que le quedaba, aparte de
Chandaka.
Debo unirme a
él, pensó Ananda. Al menos estaré junto a él. Podré ayudarlo, seguirlo, buscar la
iluminación…
-Tened presente
que el karma configura vuestro destino futuro.-continuó Buda.-Vuestros actos
influyen en la eternidad. He aquí la tercera verdad: seguid el óctuplo camino
que conduce a la eliminación del dolor. Permaneced alertas y procurad
comprender la condición humana. Difundí la verdad. Hace que cada uno de
vuestros actos vaya dirigido contra la maldad y a favor del bien. Elegid una
profesión que no contenga ningún elemento de crueldad, y así os conservareis
puros. Vigilad vuestra conducta y aprended a meditar a través del yoga.
Experimentad únicamente sentimientos sin maldad, codicia o ira. Hablad con
pureza. No creáis en algo solo porque lo haya dicho un sabio, porque otros lo
creen. Creed solo lo que consideréis cierto. No permitáis que un brahmán se
interponga entre vosotros y vuestra meta.