El brahmán de Josala pronunció con tono solemne la primera frase de los antiguos votos de la ceremonia del enlace:-quién otorga a la novia?-
La ceremonia había comenzado.
El rey Prasenajit, imaginando ya la fortuna y riqueza que dicho enlace le reportaría, contesto satisfecho:-Yo.-
Obligado por el protocolo, el príncipe Virudaja ofreció al rey Suddhodana una copa de plata que contenía miel y cuajada. Acto seguido ofreció a Siddharta otra copa que contenía los mismos ingredientes. Tras tomar el sorbo tradicional, Siddharta devolvió la copa a Virudaja que la deposito junto a la primera.
Virudaja se acerco a Suddhodana y le murmuro al oído:-Ningún rito sobre la tierra ni en los cielos podrá unir a nuestras familias.-
Los dos hombres se miraron con desprecio. Virudaja observo la tristeza y el temor que expresaba el rostro del monarca.
Al oír la amenaza que había proferido Virudaja, Siddharta dijo sonriendo:-Mi futuro hermano hace gala de una excelente intuición. En efecto, los ritos no tienen ningún significado, al igual que los torneos para demostrar el valor. Si uno no utiliza la destreza y la sabiduría, todas las empresas fracasan.-
El brahmán de Josala le indicó al novio que se aproximara y dijo:-Acércate, Siddharta, y toma a tu esposa, Yasodhara.-
Incapaz de disimular su nerviosismo ni el deseo de contemplar a la novia, Siddharta se dirigió apresuradamente hacia la pequeña tienda donde lo aguardaba Yasodhara.
Al entrar se detuvo frente a su prometida, maravillado de su extraordinaria belleza. Los dos jóvenes se miraron arrobados, con las palmas de las manos unidas al frente, ajenos a cuanto los rodeaba.
Yasodhara estaba radiante con su ceñida túnica de seda roja. Se había levantado al amanecer para acicalarse antes de la ceremonia. Llevaba el cabello perfumado con madera de sándalo y peinado en una gruesa trenza sobre la frente, sobre la que sus doncellas habían espolvoreado unos polvos de oro antes de colocarle un velo rojo. Se había puesto un collar y unos brazaletes de rubíes. Un rubí decoraba la parte izquierda de su nariz. De sus orejas colgaban unos pendientes de oro que representaban unos diminutos leones. La atmósfera estaba impregnada del perfume de una guirnalda de flores color violeta. Yasodhara lucia por primera vez los colores de Sakya, su nueva patria.
Siddharta y Yasodhara se arrodillaron cara a cara sobre los sagrados Gadis, unos almohadones amarillos dispuestos bajo el Toran, el emblema de la casa real de Josala.
La pareja tan solo veía la silueta del brahmán de Josala, que se recortaba sobre la diáfana cortina roja de la tienda, mientras el sacerdote pronunciaba las palabras destinadas a unirlos en matrimonio. Nadie mas hablaba, pues la ceremonia estaba destinada únicamente a la pareja.
-Que Brahma os conceda hijos, e hijos a vuestros hijos, y los bendiga otorgándoles fortuna y larga vida, Suvriktim Indráya Brahma Swayamara.
Siddharta estrecho la mano de Yasodhara. Los dos jóvenes se miraron tiernamente a los ojos.
Cuando Siddharta hablo, Yasodhara escucho atentamente para asimilar sus palabras en lo mas profundo del corazón.
-Al igual que mi sombra, serás mía para siempre. Para amarme en la alegría y el dolor, ya para consolarme a la hora de la muerte.-dijo Siddharta con fervor.
-Al igual que tu sombra, mi virtud me vincula como tu esposa. Para amarte en la alegría y el dolor, y para ser tuya en la vida y en la muerte.-respondió Yasodhara, profundamente conmovida.
A continuación Siddharta tomo la sagrada cinta de seda blanca que yacía sobre un cojín, y paso un extremo alrededor de su cintura y el otro en torno de la cintura de Yasodhara, mientras pronunciaba los votos sagrados:-A partir de hoy, Yasodhara, pensaremos, obraremos y sentiremos como una sola persona. Tú eres la melodía, yo las palabras.-
-Pensaremos, obraremos y sentiremos como una sola persona.-respondió Yasodhara con suavidad.-Tu eres las palabras, yo la melodía.-
Mirándose a los ojos y tomados de la mano, Yasodhara y Siddharta quedaron unidos ante el mundo y ante sí mismos.
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